Los Otros Indicadores de Calidad son un conjunto de índices que entregan información sobre aspectos relacionados con el desarrollo personal y social de los estudiantes, en forma complementaria a la información proporcionada por los resultados Simce y los Estándares de Aprendizaje, ampliando de este modo la concepción de calidad educativa.
Los Otros Indicadores de Calidad se evalúan por separado para educación básica y para educación media. Estos indicadores se evalúan por dos medios principales:
Los indicadores Autoestima académica y motivación escolar, Clima de convivencia escolar, Participación y formación ciudadana y Hábitos de vida saludable son evaluados según la información recogida de los cuestionarios Simce para estudiantes, docentes, y padres y apoderados.
Estos cuestionarios se aplican en conjunto con la evaluación del Simce y siguen los mismos protocolos de seguridad y confidencialidad que dichas pruebas.
Los indicadores Asistencia escolar, Retención escolar y Titulación técnico-profesional se calculan sobre la base de la información obtenida de los registros del Ministerio de Educación y de la Agencia de Calidad.
El indicador Equidad de género se calcula a partir de los resultados de las pruebas Simce de cada año gestionados por la Agencia de Calidad.
El indicador Hábitos de vida saludable evalúa las actitudes y conductas autodeclaradas de los estudiantes en relación con la vida saludable, y también sus percepciones sobre el grado en que el establecimiento promueve hábitos beneficiosos para la salud.
Se contemplan las siguientes dimensiones:
Hábitos alimenticios: considera las actitudes y las conductas autodeclaradas de los estudiantes relacionadas con la alimentación, y, además, sus percepciones sobre el grado en que el establecimiento promueve hábitos de alimentación sana.
Hábitos de vida activa: considera las actitudes y las conductas autodeclaradas de los estudiantes relacionadas con un estilo de vida activo, y también sus percepciones sobre el grado en que el establecimiento fomenta la actividad física.
Hábitos de autocuidado: considera las actitudes y las conductas autodeclaradas de los estudiantes relacionadas con la sexualidad, el consumo de tabaco, alcohol y drogas, y, asimismo, sus percepciones sobre el grado en que el establecimiento previene conductas de riesgo y promueve conductas de autocuidado e higiene.
Debido a la influencia que tiene el entorno en la formación de hábitos, y al hecho de que un niño promedio asiste al menos doce años de su vida a un establecimiento educacional, la escuela surge como un espacio clave para la adquisición y consolidación de hábitos de vida saludable.
El desarrollo temprano de un estilo de vida saludable contribuye, en términos generales, al desarrollo de una buena salud física y mental, a la adquisición de habilidades sociales y al proceso de enseñanza-aprendizaje.
Concretamente, los estudiantes que mantienen un estilo de vida sana desarrollan una buena salud física, ya que tener hábitos saludables ayuda a los niños y jóvenes a mantener un peso corporal adecuado, desarrollar huesos y músculos fuertes, y contar con un sistema inmunológico que los protege activamente de los cuadros virales que comúnmente se contagian en el establecimiento, entre otros. Es decir, los estudiantes que practican regularmente actividad física, se alimentan de manera equilibrada y no presentan conductas de riesgo son más saludables físicamente, lo que se traduce en una menor posibilidad de sufrir enfermedades respiratorias y cardiovasculares, sobrepeso, trastornos alimentarios y diabetes, entre otros.
Asimismo, un estilo de vida saludable ayuda a los niños y jóvenes a desarrollar habilidades y actitudes necesarias para una buena salud mental, ya que los estudiantes saludables tienden a tener un mejor estado de ánimo, mayor autoconfianza y autoestima, y mayor control de impulsos y tolerancia a la frustración, entre otros. Por ejemplo, un estudiante que se encuentra en buen estado físico y se alimenta de un modo que le permite tener un peso normal tiene más probabilidades de sentirse cómodo con su apariencia física y confiado para vivir experiencias nuevas, de enfrentar constructivamente las dificultades y de desarrollar una buena imagen de sí mismo. Además, cabe tener en cuenta que la práctica de actividad física provoca que el organismo humano libere endorfinas, una hormona que hace que las personas se sientan más felices, vitales y plenas, lo que contribuye a una buena salud mental.
Además de lo anterior, un estilo de vida saludable ayuda a los niños y jóvenes a desarrollar habilidades sociales útiles para la convivencia diaria y la vida en comunidad. Un establecimiento que promueve hábitos de vida saludable, especialmente aquellos relacionados con la vida activa, fomenta que sus estudiantes salgan al aire libre, conozcan a otros y aprendan a respetar reglas y disfrutar en equipo, entre otros.
Por otro lado, los hábitos de vida saludable implican evitar el consumo de tabaco, alcohol y drogas, especialmente antes de los dieciocho años. Dado que los niños y jóvenes se encuentran en pleno proceso de desarrollo, el consumo de sustancias a esta edad altera los proceso neuromadurativos normales, lo que impacta negativamente la capacidad de planificación, control de impulsos y manejo socioemocional. A su vez, el consumo de alcohol y drogas a temprana edad puede alterar la concentración, memoria y aprendizaje, lo que incide en el rendimiento escolar. Asimismo, estas sustancias y el tabaco tienen efectos perniciosos en la salud general, ya que están asociados a trastornos en el páncreas, hígado, pulmón y sistema inmunológico, entre otros. Además, es importante considerar que la adolescencia corresponde al momento de la vida en que frecuentemente se inicia el uso y abuso de sustancias, y esto incrementa el riesgo de dependencia en épocas posteriores de la vida.
En este sentido, los niños y jóvenes son especialmente vulnerables, lo que hace que sea esencial promover tempranamente el desarrollo de hábitos de autocuidado que les permitan preocuparse de sí mismos y contar con los conocimientos, habilidades y actitudes necesarios para actuar asertivamente ante situaciones de riesgo o para evitar exponerse a ellas.
Por otra parte, un estilo de vida saludable beneficia el aprendizaje y el rendimiento académico por diversas razones. Primero, la práctica de actividad física y una alimentación balanceada mejora la capacidad de aprendizaje de los estudiantes, ya que incrementa su aptitud para resolver tareas difíciles, la concentración y la memoria, y disminuye la eventual ansiedad y estrés ante las evaluaciones. Segundo, los estudiantes saludables faltan menos a clases, lo que favorece la continuidad académica y previene vacíos que podrían obstaculizar el aprendizaje. Y tercero, los estudiantes que hacen actividad física de manera regular, se alimentan adecuadamente y no incurren en conductas de riesgo, suelen tener una disciplina que favorece el desempeño académico.
Finalmente, el desarrollo de hábitos de vida saludable es importante para las personas no solo por las consecuencias que tienen en su etapa escolar, sino también porque influyen en su vida adulta. Un niño que desarrolla buenos hábitos alimenticios, de vida activa y de autocuidado aumenta sus probabilidades de ser en el futuro una persona sana, que se preocupa por su salud, se ejercita, pone atención a sus necesidades y se protege.
El indicador Hábitos de vida saludable es evaluado sobre la base de la información recogida en los cuestionarios Simce para estudiantes. Estos cuestionarios contienen preguntas cerradas, generalmente con escalas de respuesta de cuatro alternativas, que reflejan actitudes y conductas autodeclaradas de los estudiantes en relación con la vida saludable, y sus distintas percepciones sobre la promoción de hábitos de vida saludable en el establecimiento.
El puntaje de este indicador se estima en forma independiente para la educación básica y la educación media. Para esto, se llevan a cabo los siguientes pasos:
1. Cálculo del puntaje por estudiante: se asigna un puntaje a cada estudiante, basándose en sus respuestas en las preguntas del cuestionario Simce relacionadas con el indicador. El puntaje obtenido es mayor cuando las respuestas reflejan una mayor promoción de hábitos de vida saludable.
Estos cuestionarios se aplican en conjunto con la evaluación del Simce y siguen los mismos protocolos de seguridad y confidencialidad que dichas pruebas.
2. Cálculo del puntaje por grado: se promedian los puntajes de todos los estudiantes de un determinado grado que responden el cuestionario Simce.
3. Cálculo del puntaje por ciclo (educación básica o educación media): se agregan los resultados del indicador de todos los grados correspondientes al ciclo evaluado, para lo cual se promedian los puntajes por grado, ponderándolos por el número de estudiantes que rindió la prueba Simce en cada uno de ellos.
Los puntajes de este indicador se expresan en una escala de 0 a 100, y están asociados a tres categorías de hábitos de vida saludable, como se señala en el cuadro Nº 4. Los puntajes de corte de dichas categorías serán fijados por la Agencia de Calidad de la Educación en la primera Ordenación de establecimientos.
Además del puntaje obtenido por el establecimiento en educación básica o educación media, se informará el resultado promedio a nivel nacional y el de los establecimientos similares, con el fin de que se puedan comparar los resultados.
Los establecimientos que promueven los hábitos de vida saludable entre sus estudiantes y logran desarrollar buenos hábitos alimenticios, de vida activa y de autocuidado implementan, generalmente, algunas de las siguientes medidas:
✓ Crean conciencia sobre la importancia de una alimentación equilibrada, de una vida activa y demantener buenos hábitos del sueño.
Los establecimientos enseñan y refuerzan constantemente los conceptos básicos sobre alimentación
equilibrada, actividad física necesaria y sueño reparador. Asimismo, enseñan a los estudiantes la
importancia de adquirir buenos hábitos en estos ámbitos, como comer siempre de manera equilibrada,
hacer ejercicio físico regularmente y respetar diariamente las horas de sueño, entre otros.
✓ Profundizan los contenidos curriculares relacionados con la mantención de una vida saludable.
Los establecimientos profundizan los contenidos curriculares relacionados con los temas de vida saludable,
para que los estudiantes cuenten con una base teórica sólida que le dé sentido a la adquisición de hábitos
saludables.
✓ Ofrecen alimentos saludables en sus quioscos y casinos.
Los establecimientos reemplazan la tradicional oferta de golosinas durante los recreos y horarios de
salidas por “quioscos saludables”, en donde se ofrecen alternativas sanas, como fruta, yogur y frutos secos.
Además, se preocupan de que el casino entregue almuerzo sano y nutritivo para los alumnos.
✓ Otorgan incentivos no comestibles.
Los establecimientos promueven que los reconocimientos se otorguen mediante incentivos no
comestibles, como paseos, material didáctico, libros y diplomas, entre otros.
✓ Ofrecen facilidades para la realización de actividad física.
Los establecimientos cuentan con medios disponibles para estimular la actividad física, por ejemplo,
elementos deportivos como balones y cuerdas. Además, organizan y difunden actividades que implicanactividad física, como caminatas, corridas, cicletadas, concursos de baile y campeonatos deportivos.
✓ Destinan tiempo significativo de la clase de educación física al acondicionamiento físico de todoslos estudiantes.
Los establecimientos se preocupan de que todos los estudiantes hagan actividad física durante la
clase de educación física, para lo cual incluyen en las planificaciones objetivos relacionados con el
acondicionamiento físico.
✓ Educan tempranamente a los estudiantes sobre los riesgos del consumo de tabaco, alcohol y drogas.
Los establecimientos explican a los estudiantes a temprana edad los riesgos que implica el consumo de
tabaco, alcohol y drogas para la salud y el desarrollo de las personas, de modo que asocien el uso de estas
sustancias con actividades dañinas que deben evitar.
✓ Desarrollan en los estudiantes habilidades que servirán como factores protectores.
Los establecimientos se preocupan del desarrollo cognitivo y socioemocional de sus estudiantes,
enfocándose principalmente en la ejercitación del autocontrol, el manejo de la ansiedad, el uso de la
comunicación para la resolución de problemas, el cultivo de amistades y el desarrollo de un proyecto de
vida, entre otros.
✓ Ofrecen programas de prevención específicos de consumo de tabaco, alcohol y drogas para losestudiantes, y apoyan a aquellos que presentan consumo problemático.
Los establecimientos ofrecen a los estudiantes programas de prevención de consumo de tabaco,
alcohol y drogas, enfocándose en los problemas de consumo recurrentes del sector y considerando las
características y riesgos que presenta la población a la que se dirigen, ya sea por edad, género, ambiente
familiar u otros factores. En estos programas, enseñan a los alumnos a enfrentar la presión de los pares y a
resistirse ante la oferta de sustancias, fortalecen el compromiso de los estudiantes contra el uso indebido
de sustancias y refuerzan las actitudes antidrogas en general. Además, cuando detectan a alumnos que
consumen sustancias ilícitas en forma frecuente, les entregan apoyo especializado o los derivan a ayuda
competente.
✓ Entregan educación sexual.
Los establecimientos implementan programas integrales de educación sexual que abordan el tema desde
el ámbito informativo, afectivo y conductual.
✓ Involucran a los padres.
Los establecimientos involucran a los padres en el desarrollo de hábitos de vida saludable, entregándoles
información y pautas educativas, e incorporándolos a las actividades escolares de promoción de vida
saludable. Además, los ayudan a generar factores protectores en el hogar, tales como desarrollar la
comunicación y las buenas relaciones padre-hijo, ejercer control parental e instaurar reglas claras, entre
otros.